Otra vez...
Nos despertamos el jueves 05 de enero, preludio a la noche de reyes, con la noticia de que Culiacán estaba nuevamente sitiado, sí, igual que el jueves negro de 2019.
Otra vez, el crimen organizado había tomado la capital sinaloense y las autoridades federales poco decían al respecto, igual que el 17 de octubre de hace tres años.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia matutina, aseguró “no sabemos todavía cómo están los acontecimientos en Sinaloa, hay un operativo que inició en la madrugada”.
¿Qué no se supone que la reunión madrugadora de las seis de la mañana, que tiene de lunes a viernes, es sobre seguridad?
Si el operativo inició en las primeras horas del día y se logró la recaptura de Ovidio Guzmán, ¿por qué el hombre que se jacta de ser el “más poderoso del país”, con una “enorme popularidad” y el “más informado”, no pudo dar datos precisos a los mexicanos? ¿Quién le comunica sobre lo que acontece en materia de seguridad y qué le ocultan o qué esconde el mandatario?
Fueron los medios de información y las redes sociales los que dieron cuenta de que la sindicatura de Jesús María era una zona de guerra. Los videos que circularon pusieron en evidencia el caos de la comunicación política del gobierno federal; bastan las imágenes de “los abrazos” que se convirtieron en ráfagas, desde un helicóptero a la finca del narcotraficante.
El gobernador morenista (antes priísta) de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien en el 2021 fue señalado de posibles vínculos con los cárteles de las drogas y que lo llevaron a la primera magistratura del estado, se encargó de repetir una y otra vez que él no sabía nada sobre el operativo, que la única información que tenía era una llamada del Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, a las seis de la mañana del día del enfrentamiento.
¿De verdad un gobernador no tiene información sobre lo que sucede en la capital del estado en donde habita?
¿Puede, el que gobierna Sinaloa, con el conocimiento de lo que pasa en su entidad y el fallido operativo del 2019, dormir tranquilo? ¿Cómo es posible que reconozca que “lo despertaron” con esa novedad, cuando pesa sobre él la sombra de la duda de sus vínculos con el CO?
El saldo numérico, según informó el Secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, fue de 29 muertos, 10 de la guardia nacional y 19 presuntos delincuentes, pero el saldo social es catastrófico:
Miedo, caos, dolor, incertidumbre, impotencia y frustración...
...al ver que las autoridades, otra vez, fueron rebasadas por los delincuentes y dejaron a la población civil a su suerte: “quédense en casa”, fue la consigna de ese día.
Aunque haya quienes aseguren que esta ocasión fue distinto, la realidad es que no han cambiado mucho las cosas en estos 38 meses: las cabezas líderes del cártel de Sinaloa, empezando por Ovidio Guzmán, no tienen orden de aprehensión en México y las contradicciones de las autoridades federales son evidentes en sus mismos comunicados: “fue un operativo planeado desde hace seis meses”, “tras el ataque se identificó a Ovidio Guzmán participando en los disparos”...
...otra vez, al igual que con Caro Quintero se suspende, “por orden de un juez”, la extradición.
Otra vez, la información irá cayendo a cuenta gotas y nos enteraremos con el paso del tiempo y, segura estoy, en voz del presidente, qué fue lo que realmente pasó y qué decisiones tomó el mandatario en esos críticos momentos.
Al tercer día de estos lamentables acontecimientos, para desgracia de los habitantes de la Ciudad de México y en uno de los tramos más concurridos, que es la Raza-Potrero, resucitó la tragedia en el metro, con un choque de trenes que cobró la vida de una persona y dejó a 59 más, heridas.
Mientras el dolor y el shock de los pasajeros se mostraba -también en redes sociales y noticias de los medios de comunicación-, la jefa de gobierno feliz, feliz, feliz, se encontraba en Michoacán, como cada semana haciendo campaña electoral anticipada.
El mensaje de solidaridad del presidente nos deja además perplejos, porque no tenemos la certeza de que esa muestra de empatía sea con las víctimas o con “su corcholata favorita”.
Es deplorable leer en redes sociales, comunicados “grupales” de gobernadores, senadores, servidores públicos y dirigentes partidistas de Morena, con mensajes de solidaridad con la responsable de la tragedia, a quien pretenden “convertir” en la víctima, dejando a un lado a las personas a las que sí les cambió su vida de forma inesperada en tan solo unos minutos, derivado de la negligencia e incapacidad gubernamental para dar mantenimiento al Sistema de Transporte Colectivo más usado en la capital de la República.
Este es el único gobierno al que se le inundan, incendian, explotan y chocan las líneas del metro.
Por cierto, es esta clase política la que fue capaz de construir una línea “dorada” que se cayó a los pocos años, causando luto en 26 hogares. Tienen razón: no son iguales, son los mismos, aquellos que siguen jugando en el equipo fallido de la transformación.
Tanto la recaptura de Ovidio como la tragedia del metro La Raza son ejemplo claro de cómo se evade la responsabilidad para no hacer frente a la realidad.
En ambos casos, otra vez hablarán de justicia, otra vez hablarán de humanismo, otra vez dirán que tienen las soluciones, otra vez dirán que apoyan al pueblo y que les preocupa, otra vez señalarán que las denuncias son producto de “un complot de los conservadores”, otra vez echarán la culpa a los neoliberaleas y a Felipe Calderón, y sí...
...otra vez, como siempre, tendrán otros datos.
Otra vez… en tanto la historia los juzgue.