Los fugados
Están como idos. Caminan como los infantes y los ancianos lo hacen.
Traspiés rebota el cuerpo contra las paredes del vecindario. Autoflagelados. La mañana de hoy es la mañana de hace una semana. Pero no será la misma de la próxima. Posiblemente ya estarán en la hoja de cálculo de la muerte.
Son las calles de Filadelfia. La misma gran oda en las épocas primigenias del VIH en la comunidad. La rola de Bruce Springsteen con esa lija de voz y de rostro de clase obrera.
Entre callejas de fondo doble, picaderos de la siguiente dosis. A la venta esta su cuerpo. Luego la disidencia del pago por evento. Más de cien mil difuntos en un solo año. El subidón es de three feets under.
Iglesias, lideres de latinos, anglos, orientales, de color, donan parte de su tiempo. Los alimentan. Les devuelven por segundos la dignidad humana de una comida caliente y dada con compasión.
Ahora voltee a su ciudad. Obsérvelos en la glorieta del metro Insurgentes. En la poesía del mercado de San Juan de Dios con aroma a chemo. Se esconden por los rumbos de las cantinas del Mercado Juárez.
Ya no es el mariguano del barrio. El de los ojos rojos, en medio de la calle tomando una cerveza y con varias semanas sin darse un baño.
A todos ellos, los sin rumbo en nuestras comunidades, debemos adoptar por encima del mandamiento.