Los fraudes

Reducir los fraudes en las hojas de vida es como arreglar el vehículo 1971 con la máquina desvielada.

Funciona. Siempre lo hace. Contar con el tip, el contacto, el amigo o la compañera de universidad, aquella quien te conoce, para aplicar en el puesto ofertado por la empresa.

Hay quienes se han especializado en construir perfiles increíbles. Solo les ha faltado, en sus meteóricas carreras, de plasmar en sus hojas de vida, saludar de la mano a Luis Miguel o ser compadres de histrión decadente Ignacio López Tarso.

Aplicar en vacantes, por medio de bolsas de trabajo, sirven a medias.

Los egresados de la marca ITESM, cuentan con habilidades de alta gerencia. Son poliglotas, viajados, con estancias prolongadas en el extranjero y hasta levantan la tapa del retrete.

Casi el cuarto de millón de posibles graduados de la UANL, aspiran a una casa de Infonavit en Villa Juárez, Escobedo, Apodaca y si bien les cursa el empleador, de pagar integro en el IMSS y en el deposito vía banca electrónica, al gueto con pluma de acceso controlado, vigilancia y vecinos semejantes al tamaño de sus frustraciones.

Reducir los fraudes en las hojas de vida es como arreglar el vehículo 1971 con la máquina desvielada.

Vamos para dos décadas de aplicar por el empleo a tiempo completo. Pasamos de la vendimia en Pulgas. Adecuar el auto familiar como taxi de aplicación. Vender nuestros conocimientos generales a destajo.

Eso sí, dueños de nuestro tiempo. Sin deudas o cobradores tocando la puerta de la casa cada día de pago.

Las empresas filtran sin la necesidad de software o metodología israelí a los candidatos. Ahí viene el precio de los contactos. El regalito en diciembre o el día de cumpleaños. El formato de equipos para la vida. El dicho de quien no transa no avanza.

Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.