Las deudas eternas

Aquí, en México, les aprietan el cuello a los negocios con problemas de fluidez y de números negros.

Vistos en todas las ciudades del país, los prestamistas colombianos, de la tarjetita, aparecieron de la nada. Juegan por encima de la ley.

Ofrecen desde la web y las redes sociales sus dineros. Con réditos muy por debajo de las tasas de interés de los bancos e instituciones crediticias.

Casi todos los negocios del centro, en CDMX, Guadalajara o Monterrey, además de las otras ciudades capitales estatales del país, los tentáculos de quienes necesitan limpiar el dinero, lavarlo.

Son puntuales, discretos, ya saben su negocio. Te sacan del apuro momentáneo. Los exhibe sus colombianismos. Hasta amables resultan sus hombres y mujeres. Son panas, berracos y gonorreas, en sus palabras de la buena onda.

Quedarles mal es jugar al suicida.

Ponerse la 22 en la cabeza y jalar el gatillo.

A los prestamistas, como en crimen y castigo de Dostoievski, agoreros de la mala racha nacional, deben reportar a sus superiores.

La contabilidad, los depósitos, el movimiento de recursos a toda hora, deja el rastro de los maletines de dólares, de euros, convertidos en pesos mexicanos.

No rastreables, circulando en la economía formal del país. Expulsar a los nacidos en Colombia no resultará como combatirlos desde sus embarques hacia los estados unidos de américa.

Ahí están sus consumidores férreos. Aquí, en México, les aprietan el cuello a los negocios con problemas de fluidez y de números negros.

Todo lo demás, es sangre, tablazos y una cuenta interminable de cubrir.

Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.