El general

Rusia, siempre Rusia, la de los zares, de Dostoievski y Gorki, la perestroika y el vodka, de mecha corta, para detonar ese genocidio tan dilatado. 

Sorprende su forma tan tibia para terminar la guerra.

Se cumplió el año. Ucrania y Rusia no han diferido sus diferencias.

Vecinos al fin. Advertimos la importancia del invierno. Como rindió a Napoleón y a los alemanes. 

Vladimir Putin permanece aislado. Su itinerario bélico no parece tener fin. Ni siquiera en este 2023. Ya separó las partes de territorio interesado. Anexadas al gran imperio ruso de todas las épocas. 

Ni el teléfono rojo en Washington ha sonado. Ni en el Kremnlin, en la plaza roja o en la presencia palaciega de las oficinas del mundo socialista.

China o Corea del Norte toman la temperatura de sus vecinos Japón. 

Lanzan cohetes de termino medio. China pierde globos celestiales en los territorios de Canadá y Estados Unidos. Putin se soba las manos.  

La OTAN no irá jamás en aventura contra China, Corea del Norte ni Rusia. 

Sus espíritus exaltados son materia de consecuencias fecundas. En la entraña guerrera de Rusia, China y Corea, la invasión en Ucrania debió ya tomar las ciudades y firmar el armisticio.

La mala prensa a Rusia le resulta una elección a la necesidad de Putin.

El refugio atómico podría revocar una estrategia de bajo impacto. De tomar casa por casa, calle por calle. Golpe de autoridad de la implacable crueldad de los agentes militares. 

Ucrania no resultará vencedor de esta guerra.

Rusia, siempre Rusia, la de los zares, de Dostoievski y Gorki, la perestroika y el vodka, de mecha corta, para detonar ese genocidio tan dilatado. 
Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.